21 de agosto de 2011

Cuaderno del 93 (I)


CREDO ESCÉPTICO

No hay pago por las cosas que dejamos
de hacer, ni por aquellas
en que aunamos empeño y sufrimiento.
Ni siquiera es verdad —como pensaba
el buen Rilke— que empeño y sufrimiento
sean lo único válido, y no importen
las obras a que pueden dar lugar.

Ha pasado ya el tiempo de los dioses
que premiaban las obras, y también
el de aquel otro —el de Rilke—
que era suma de todas nuestras vidas:
apenas queda tiempo y ya no hay dioses
que den valor al riesgo y a las obras
logradas en la vida.

                                         ¡Qué ridícula
tarea la de escribir lo ya otros
pensaron y escribieron, repetir
como en una cadena sin final
ni principio que no hemos avanzado!

¿Qué importa un dios o muchos o su naturaleza
que nunca alcanzaremos, o qué haya
detrás de tantos nombres
cielo, muerte,
transmigración o Brahma?

                                                      Ni siquiera
sabemos si alguien mira hacia nosotros,
si la mágica luz de las estrellas
no es el brillo de unos ojos

escondidos en el espacio negro.

Con todo, si eso es cierto y alguien
fuera
de aquí
nos está viendo, me imagino
que un día llegarán hasta nosotros

—¡truenos, claro!— los ecos de su risa.


1 comentario:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me adhiero a tu credo, Ángel, porque es verdad, porque los dioses deben estar dormidos y el mundo no valora la belleza.
Desolado y hermoso, hiere y, al compás, acompaña con su tono melancólico moderado.
Besos.