23 de diciembre de 2010

Peter Hofmann


(Foto:  Clive Barda para el libretto del album original de Phillips )

Peter Hofmann no ha sido, desde luego, el mejor Tristan, pero fue mi primer Tristan, y eso marca... Tras luchar durante tres lustros contra la enfermedad Parkinson que terminó relegándole a una silla de ruedas el tenor alemán fallecía la madrugada del pasado 30 de noviembre a los 66 años en una clínica de Selb, pequeña localidad al sur de Alemania a pocos kilómetros al noreste de Bayreuth, donde vivía retirado desde que dejara los escenarios en 2004.
Como cantante wagneriano debutó en Bayreuth como Siegmund en la Tetralogía de Boulez-Chereau (pero ya había cantado rock en una banda hasta que a los 17 años empezó a estudiar canto). El Tristan lo grabó con Bernstein en el 83 (centenario de la muerte de Wagner) con la mejor Isolde post-Nilsson y pre-Meier, Hildegard Behrens, fallecida el año pasado. Una grabación que salió prácticamente a la par que la de Kleiber y fue muy polémica y criticada en su momento, especialmente por los wagnerianos de la vieja guardia. Recuerdo haberle preguntado al respecto (como el crío que era por entonces) a Eduardo Pérez Maseda tras una conferencia que dió en Murcia, y su opinión estaba mucho más cerca de la mía que de la de quienes denostaban esa grabación en general y la interpretación de Hofmann en particular. Pero hay que señalar que la Penguin Guide (que era como una Biblia entonces para nosotros, operófilos primerizos) alababa abiertamente esa interpretación y le otorgaba las tres estrellas a la grabación en conjunto... Creo que el suyo es uno de esos casos de cantantes prematuramente quemados por ceder a la tentación del mercado y asumir demasiado pronto los roles más pesados del repertorio: Hofmann debutó como Tamino en el 72 (28 años) y sólo cuatro después, en el 76 (con 32), asumió el Siegmund, cuando el hoy famoso Jonas Kaufmann, por ejemplo (nacido en el 69, y tan aclamado por unos como denostado por muchos otros), debutó en 1992 (con 23), estuvo mucho tiempo limitándose al repertorio más lírico (muchos papeles mozartianos), para empezar a partir de 2007 a cantar papeles de lírico-spinto (Don José, Cavaradossi, Lohengrin) y sólo ahora, cumplidos los 40, debutará como Siegmund (en el MET en enero)... Otro caso parecido al de Hofmann podría considerarse el del danés Poul Elming (n. 1949), al que muchos recordarán como el Siegmund de la Tetralogía Baremboim-Kupfer de Bayreuth (bastante potable, todo hay que decirlo, lejos de voces claramente inadecuadas y con un vibrato insoportable como la de Seiffert, aplaudidísimo sin embargo en el Ring valenciano de La Fura). Elming también parecía augurar un futuro prometedor (al menos como intérprete de los roles wagnerianos menos pesados) pero no tardó mucho en desaparecer de los grandes escenarios internacionales y actualmente (desde 2007) se desempeña al parecer como director musical de la Orquesta Sinfónica de su Aalborg natal...

12 de noviembre de 2010

Fútbol y homosexualidad


(Foto: AP - ElMundo.es)

Me llegó ayer a Facebook, por medio de Leo del Mar, el enlace a una noticia en el diario El Mundo en la que no había reparado y que resulta, cuando menos, curiosa. Que ha habido y hay jugadores gays lo sabe casi todo el mundo de dentro del fútbol y mucha gente de fuera pero, por mucho que lo pida Mario Gómez (o una decena o más de jugadores de los que tienen mayor repercusión mediática) la consigna va a seguir siendo la que expresa el representante de uno de los futbolistas que protagonizan la reciente telenovela argentina  Botineras,  en la que se aborda este tema sin tapujos: en la escena [que transcribo debajo] el representante le dice algo que, aunque se trate de una ficción, se parece demasiado a la realidad:


«Todos nos damos cuenta que el Lalo te gusta [...] A mí realmente no me interesa lo que te pase con él, es por ti, no es un problema mío, es tuyo. Digo... no quiero un quilombo para resolver nuevo [...] Si abres la boca de más, os fuiste para siempre. Esto es fútbol, es algo que te estás olvidando. Mirá cuando salís a la cancha y todo el mundo sabe que te estás comiendo a un compañero de trabajo, todos sabemos de todo en el fútbol, pero la hinchada no te lo va a perdonar, porque no hay periodistas gays, no hay dirigentes gays, no hay jugadores gays, no existen los gays».

También en la mencionada red social Lola Gracia, amiga feisbuquera y escritora y bloguera ella misma, me apunta «que salgan si quieren... Es una decisión muy personal ¿No?» Y le contesto que de decisión personal, nada de nada. Cualquier jugador en activo que salga del armario (al menos fuera del estrecho y estricto ámbito del propio vestuario o, como mucho, del propio club) está condenado hoy por hoy a abandonar ese deporte como los que han sobrevivido al paro cardiaco y se han librado por los pelos de la muerte súbita...

En el artículo que me pasa Leo se menciona también a Marcus Urban, que por lo que yo sabía no llegó siquiera a poder jugar como profesional en la Bundesliga. Puede que no lo hayan visto si no les gusta el fútbol, pero uno de los espectáculos más bochornosos que he podido contemplar (y no en uno sino en varios partidos del Real Madrid) es prácticamente a TODO el público del Santiago Bernabeu CANTÁNDOLE a uno de sus ídolos, casado y con hijos (independientemente de que sea cierta o no su pretendida homosexualidad, que ni lo sé ni me importa) una canción popular a la que habían cambiado la letra original por la frase "Guti maricón" repetida una y otra vez...

Añade Leo que "desde luego, pocos tendrán el valor de Justin Fashanu (hasta su hermano, también futbolista, lo repudió). Incluso se acabó suicidando. Gareth Thomas (rugby) se ve que antes que suicidarse prefirió hacer su particular outing y, bueno, parece que se le respeta un poco más, al menos entre sus compañeros". Sobre Justin Fashanu y su caso puede encontrarse mucha información en internet, pero quiero destacar este reportaje de la web de la BBC (en inglés), del que me interesa sobre todo ahora destacar el siguiente pasaje:

La homosexualidad sigue siendo algo acerca de lo que los futbolistas profesionales no suelen hablar, y mucho menos admitir. El maltrato de los fanáticos y colegas hacia Fashanu en la década de 1980 sigue siendo un factor desmotivador para los futbolistas que se han planteado 'salir del armario'. A pesar de los anuncios [de marcado carácter] homoeróticos protagonizados por futbolistas, en los que se retratan sus cuerpos y su masculinidad, el fútbol está obsesionado aún por representar una imagen de macho. [...] Sin embargo, el controvertido agente Justin, Eric Hall, considera que no hay más futbolistas profesionales homosexuales, y cree que nunca los habrá. Dice que el fútbol no es compatible con ser gay.

Esto último recuerda bastante a las penosas declaraciones recientes del presidente de la Federación Croata de Fútbol, Vlatko Markovic, que ha dicho a un diario de su país que mientras él ocupe ese cargo no permitirá la presencia de jugadores homosexuales en el equipo nacional. No ha sido la única demostración de homofobia de Markovic: preguntado por el diario Vecernji List si de hecho había conocido algún caso de jugador de fútbol gay, Markovic lo ha negado diciendo que "afortunadamente, al fútbol solo juega la gente normal"

2 de noviembre de 2010

Don Juan en el cementerio



Así gritó a la noche que no habría
sepulcro sin su sombra,
ni lápida en la cual no se pudiera
—combinando las letras de otro modo—
reconocer su nombre.

Gritó tan vivamente que los muertos
temblaron en sus tumbas,
y muchos que le habían conocido,
amado o despreciado,
sufrieron pesadillas o cayeron
de sus lechos al suelo.

Estaba allí, los brazos extendidos
hacia el cielo, borracho, desafiante,
entre aquel mar de cruces,
una más de las pálidas estatuas
bañadas por la luna.

Estaba allí don Juan y maldecía
la estirpe y la memoria de su víctima,
la imagen del creador, del omnisciente
dramaturgo que se atrevía a usarle
como actor de su drama.

Allí estaba don Juan retando a duelo
al más allá, invitándole a su mesa,
para poder gritarle una vez más
—la última— que no se arrepentía.

26 de octubre de 2010

El coloquio de los perros, nº 27



Fiel a su cita (semestral ahora) y al grito de ¡Adelante, adelante, siempre adelante!, aparece de nuevo El coloquio de los perros, que con este número 27 cumple diez años de entrega a la literatura en general y a la poesía en particular. Viene repleto en esta ocasión tan especial con poemas de Jordi Doce, Piedad Bonnett, Txús García, Alberto Chessa, Andrés Malpaso, Rómulo Bustos Aguirre, Estefanía Muñiz, Gontzal Díez, Lola Schutz, Pedro Luis Casanova, Marian Raméntol, Victor Hugo, Nouara Lahrash, Jean-Claude Pirotte, Ruy Ventura, Mircea Oprita, Khalid Raissouni, e e cummings y Renate Neumann; cuentos de Daniel Battiston, Luis Topogenario, Rolando Revagliatti, Daniel Sánchez Pardos, Mercedes Soca Gil y Mª Ángeles Esteves, así como un fragmento de Mi amor desgraciado (Siruela), la nueva novela de Lola López Mondéjar, que anda estos días de presentación en presentación.

Además, entrevistas a Manuel Vilas, Ariadna G. García y Fulgencio Martínez, así como un interesante coloquio o entrevista mutua entre Cristina Morano y Óscar Curieses acerca de sus respectivas poéticas y los libros en que las han plasmado. Y artículos sobre la conveniencia e inconveniencia de las notas a pie de página (Sergio B. Landrove), la peligrosa preeminencia de lo fragmentario (Julio Monteverde), Gabriela Mistral (Agata Sapienza), Allan Poe (Carmen Mª Izquierdo Rivera) o Vargas Llosa (Pedro García Cueto), junto a otros dedicados a las figuras míticas o arquetípicas de Fausto, Don Juan y Hamlet (Elena Nicolás Cantabella, Enrique García Díaz y Emilio J. Álvarez Castaño).

La poesía visual y la fotografía vienen de la mano de Mar Lozano Reinoso (El poema que tejió la araña) y Marisa Martínez Pérsico (Juan Rulfo: Barda tirada en un campo verde). Y, como viene siendo habitual, también la reflexión y el análisis sobre la música, el cine y la televisión tienen una presencia importante, con sendos artículos dedicados a la imprescindible figura de Lawrence Davies (Alejandro Hermosilla Sánchez), a Peter Gabriel (Antonio J. Ubero) y a la obra Polifemo AV39 para banda sinfónica del compositor Andrés Valero Castells (José Antonio Hernández Arce), así como a Bob Esponja (José Óscar López) y al "musicoanálisis" de dos películas recientes de Woody Allen, Melinda & Melinda y Scoop.

Bienvenido sea pues este nuevo número de la veterena revista digital, feliz décimo aniversario y de nuevo ¡Adelante, adelante, siempre adelante!

11 de octubre de 2010

Ha muerto «La Stupenda»





Su Norma junto a Caballé y Pavarotti fue mi primera Norma. Su Turandot (también con el de Módena y la catalana) mi primera Turandot. Sus Contes d'Hoffmann junto a Domingo y Bacquier mis primeros Contes d'Hoffmann y los que más he oído y sigo oyendo, pese a las muchas (magníficas y musicológicamente más ajustadas o completas) grabaciones que se hicieron y compré después. Sus Puritani de 1963 con Pierre Duval no fueron los primeros, pero siguen estando entre las tres grabaciones de esa ópera que más oigo (por detras de la de Sills y por delante de la de Gruberova).



Dos recopilaciones de arias cantadas por ella (una de las cuales escucho por enésima vez mientras escribo estas líneas) fueron mis primeros recitales en cd, allá por los finales de los ochenta y primeros noventa: no recuerdo la cantidad de veces que tuve que hacer copias para amigos y/o amantes de estos dos discos, pero fueron muchas (la gente se quedaba literalmente enganchada, profanos incluidos). En el primero de ellos comienza con el aria Let the bright seraphim del Samson de Haendel y sigue con este Il bacio de Luigi Arditi:



Recuerdo todavía como si fuera ayer mismo cómo mi profesora de canto nos explicaba el handicap que debió de haber supuesto para la soprano australiana la peculiar fisonomía de su rostro (su prognatismo) y cómo había sabido superar las enormes dificultades que eso entraña a la hora de colocar la voz en la máscara, a expensas quizá de "ahuecar" y tornar ciertamente extraña su pronunciación, característica que muchos de sus detractores (que los ha tenido, ¡insensatos!) han utilizado a lo largo de los años como demérito de sus prestaciones interpretativas. Por lo demás, cualquiera que la haya conocido (era frecuente verla pasear por las Ramblas cada año en los días del Viñas, de cuyo jurado formó parte en muchas ocasiones) o visto alguna de sus entrevistas sabrá que era una mujer encantadora y dulce, con un extraordinario sentido del humor y una risa contagiosa.

Estas últimas semanas he estado viendo varias veces la notable produccion de Anna Bolena que la Canadian Opera Company ofreció en Toronto a finales de mayo de 1984, cuyo reparto encabezó ella (algo mayor ya para el papel, pero mejor de voz que en la grabación de estudio de 1987, y dueña como siempre del estilo y de todos sus recursos técnicos) junto al sorprendente Henry VIII de un joven James Morris, la Seymour de Judith Forst, y el Percy de Michael Myers (supongo que sólo razones puramente comerciales —en razón de su brillante carrera posterior— justifican que la portada del DVD destaque junto a los nombres de estos dos últimos cantantes el de un entonces desconocido Ben Heppner, en el breve papel comprimario de Harvey).



Poco podía imaginar que hoy me encontraría con la noticia de que falleció la madrugada de ayer domingo a los 83 años, tras una larga enfermedad, en Les Avents (Suiza) donde residía junto a su marido y mentor, el director de orquesta Richard Bonynge. Sobra repetirlo, pero su arte es de veras adictivo. Para quienes tengan curiosidad o simplemente crean que exagero, YouTube les ofrece la posibilidad de hacer un repaso de su carrera tan somero o detenido como gusten, pinchen cualquiera de los enlaces que he puesto aquí y déjense llevar de un vídeo a otro, no les defraudará.


5 de octubre de 2010

Estrecheces



(Foto: Web de Tusquets Editores © Daniel Mordzinski)

Leo en la última entrada del blog de Elías Moro estas palabras y me gustaría mucho no poder suscribirlas, pero reflejan tan exacta y detalladamente mi situación (y supongo que la de muchas personas) de estos últimos dos años, que no me queda más remedio que hacerlo: 

«De un tiempo a esta parte, y mal que me pese, estoy expurgando mi biblioteca. La maldita falta de espacio se cobra su cuota de dolor en el proceso de elección y abandono de los volúmenes que un día fueron adquiridos con toda ilusión. O recibidos de manos de amigos que pensaron en nosotros. Pero el tiempo, ay, hace su criba en gustos y lecturas y uno no tiene más remedio que desprenderse —como de ciertos amores adolescentes— de un —me cuesta escribir la palabra lastre— equipaje rozado por la vida.» 

En mi caso, a la paulatina criba escrupulosa y posterior donación a bibliotecas o regalo a los amigos, se une la imposibilidad* de ir añadiendo a la biblioteca siquiera alguno de los títulos nuevos que continuamente van apareciendo, especialmente sangrante en lo que a la poesía respecta: Ashbery, Yeats, Laughlin, Plath, Hughes, Atwood, etc., por citar sólo unos pocos nombres entre los extranjeros, y por supuesto muchos de los españoles, entre ellos muchos amigos y/o conocidos, autores ellos mismos, en algunos casos, de las traducciones de los mencionados antes... Es la parte más dura, la más triste y difícil (quizá la única realmente mala) de caminar por los bordes, de llevar un tipo de vida que pocos tildarían de sensato o razonable, pero esa (como repite Ende en La historia interminable, otro de los descartes, por cierto) es otra historia y debe ser contada en otro lugar.

Así las cosas, uno lleva muy mal las tomaduras de pelo que —queriendo o sin quererlo, a sabiendas o no— acaban urdiendo las editoriales en torno a la ya de por sí cara poesía. Un ejemplo concreto: el año pasado, más o menos por estas fechas, salía a la venta Como la lluvia, el segundo de los dos volúmenes en que los editores (Era en México, Visor en España) habían decidido dividir la amplia producción poética de José Emilio Pacheco entre el 2000 y el 2009. El otro volumen, La edad de las tinieblas, todo él de poemas en prosa, había aparecido meses antes en la misma editorial (Visor) y colección (Palabra de honor) y al mismo precio (alrededor de 20 €). Como admirador de su obra y lector fiel del poeta mexicano desde mediados de los ochenta, en cuanto tuve oportunidad compré Como la lluvia, dejando La edad de las tinieblas para mejor ocasión.

Muy poco tiempo después, sin embargo, la editorial Tusquets anunciaba la inminente publicación en España en fechas próximas a la entrega del Cervantes de la nueva edición de Tarde o temprano, su poesía completa, editada ya en México por Fondo de Cultura Económica, y las catas en la red no tardaron en confirmarme lo que me temía: sí, efectivamente, esa nueva edición (buen papel, tapa dura, magnífica impresión) incluía Como la lluvia y La edad de las tinieblas, los dos libros publicados sólo unos meses antes en Visor, por un precio doce euros (12 €) inferior en conjunto, y en un volumen que (todo hay que decirlo, estábamos hablando de estrecheces) ocupa en la estantería menos espacio que la suma de aquellos dos.

Como habrán supuesto ya, los responsables de la librería también entendieron mis razones y, pese al tiempo transcurrido (un par de meses no parecen mucho, pero sí pueden ser demasiado tratándose de un cambio o devolución o de libros), aceptaron la devolución de Como la lluvia, o mejor dicho, su cambio por esa nueva y estupenda edición de Tarde o temprano que fue (finales de junio, creo) mi última adquisición hasta el momento por lo que a libros de poesía se refiere.

[*Imposibilidad por razones tanto de espacio como de precio: en los últimos años la poesía ha devenido un lujo caro, y no parece que el libro electrónico vaya a solucionarlo a corto plazo. Un buen ejemplo de lo que digo podría ser Actos de habla de Jaime Siles, publicado por Plaza & Janés. Como se puede ver haciendo clic sobre el título, el libro en papel (56 páginas) cuesta 14.90 €, y en formato electrónico 11.99 €. En cuatro palabras: no-se-han-enterado. Es de esperar que el tiempo y/o las escasas ventas terminen por persuadir a las editoriales sobre lo absurdo de las pretensiones que tales precios dejan entrever.]

3 de octubre de 2010

Un recital de Miguel Ángel Velasco




 

La verdad es que todavía no acabo de creermelo, me topé ayer con la noticia en ABC mientras buscaba otra cosa y... Eso, sin palabras... Y cuando poco o nada puede añadirse, tal vez lo mejor sea guardar silencio y escuchar otra vez a quien se ha ido. Este es el segundo de una serie de vídeos que recogen una lectura suya en la conocida librería, cafetería y taller de escritura creativa Literanta, situada en el casco antiguo de Palma de Mallorca. (Como es habitual en YouTube, al terminar cada video de la serie aparecen los enlaces al resto).

19 de septiembre de 2010

Vicente Tortajada (10 menos 30, I)





Yo no le conocí personalmente, ni hablé de él con ninguno de los amigos más o menos cercanos que sí le conocieron y trataron. Por eso nunca he hablado de él ni voy a hacerlo ahora. Cualquiera que tenga interés o curiosidad puede teclear su nombre en el buscador que prefiera y encontrará artículos suyos o sobre él, o panegíricos de cuando murió como este alabando su humanidad, su bonhomía ("una de esas personas irrepetibles que dejan una huella profunda. Inteligente, culto, irónico y generoso [...] que escondía entre sus maneras tajantes un laberinto de ternura"); su personalidad "muy fuerte [...] huraña y muy tierna a la vez. En su conversación había mucha ironía, mucha acidez y un pronto inteligente"; su galante caballerosidad ("Era tan sensible que piropeaba por la calle a las mujeres mayores porque, según confesaba, ya nadie se acordaba de ellas"); o su concepto de la poesía: "Un poema tiene que contener una historia en brevísimos renglones. La exactitud y la matemática son la música y el oficio [...] El surrealismo y la escritura automática a mí no me valen. Tienes que conocer la lengua perfectamente, dominar los límites de la palabra y encajarla en su sitio para poder meter la historia en unos pocos renglones". And so on...

Por mi parte, el único motivo de traerlo aquí ahora es la casualidad de haber encontrado en Google libros la vista previa del nº 17-18 de la revista Renacimiento (1997 - vol.II), donde apareció firmada por él una de las reseñas (a la que pertenece el párrafo de la fotografía) publicadas en su momento sobre 10 menos 30, la antología de L. A. de Villena en la que fui (ya no sé si decir que por suerte o por desgracia) uno de los antologados. Un viejo recuerdo, en fin, del que no tenía copia en papel (aunque la reseña en cuestión fue recogida después en Azahar y vitriolo, uno de esos habituales volúmenes recopilatorios de este tipo de escritos).
No fue, desde luego, la única "alegría" que me deparó esa antología (tiempo habrá de comentar algunas otras), pero sí una de las más "sonadas"...

Las preguntas obligadas son, claro, en primer lugar, ¿por qué la imagen de esta entrada no es una fotografía de la persona cuyo nombre la encabeza?; y más allá de eso: si he dicho por adelantado que no le conocí ni voy a hablar de él... ¿por qué la encabeza su nombre...? Sencillo: porque para mí Vicente Tortajada (que hasta ese momento —finales del 97 o principios del 98— era un señor que había publicado una traducción de los Sonetos de Crimea de Adam Mickiewicz) es desde entonces ese párrafo, esas palabras suyas le retratan mejor que cualquier fotografía.

10 de agosto de 2010

Del blog de José Luis Piquero




Siguiendo con este ejercicio veraniego de vampirismo de blogs ajenos, me apetece traer ahora a colación una entrada (aquí sería quizás más adecuado poner «post», ya entenderán por qué) del blog de José Luis Piquero, que a su vez cita y comenta otra del de Vicente Luis Mora. Esta fechada el 23 de julio y en los días siguientes dio lugar a varios jugosos comentarios que recomiendo no perderse. Como en el caso anterior, transcribo aquí un par de fragmentos a modo de invitación a leer la entrada completa:

«Uno de los personajes que más me fascinan en este mundo nuestro de la literatura es el crítico Vicente Luis Mora, teórico del “asunto Nocilla” y director del Instituto Cervantes en Alburquerque, Nuevo México (la tierra del Area 51, de la nave extraterrestre caída en Roswell y de los avistamientos de OVNIs). Algunos desinformados creen que Vicente Luis sólo se adorna de grandes nombres, que no es muy inteligente y que da un poquitín de gato por liebre; que abusa del tópico y que en realidad no tiene mucho que decir. Craso error. Creo que no se entendería la literatura actual sin sus aportaciones, que ponen el énfasis en los nuevos medios tecnológicos que en los últimos tiempos nos han cambiado la vida (el telégrafo, el teléfono, el automóvil, el aeroplano…) y sus efectos en la literatura.

Vicente Luis tiene un blog que os recomiendo, dedicado básicamente al i-pod y al libro electrónico, pero en el que también habla a veces de literatura. Hace años solía entrar y dejar mis ilustrados comentarios pero acabé por dejar de hacerlo [...] De vez en cuando vuelvo a entrar en su blog y sigo hallando en él motivos de regocijo. Os invito a compartir una de sus últimas entradas y mi contestación, que espero que colgará en su blog noblemente, como siempre ha hecho. Confío en no contravenir, al colgar su texto, ninguna ley de derechos de autor (al contrario, creo que él agradecerá que su pensamiento se difunda). Si fuera así, me corregiré al primer aviso. Ahí va su post y a continuación mi respuesta [...] Seguimos, amigo Vicente, incurriendo en los mismos vicios que te invalidan como crítico riguroso, salvo para la tropa aquiescente, que siempre estará ahí, fiel y guerrera. El asunto se parece mucho a lo de “la poesía actual…”. Ahora es “la crítica actual…”. Habría que empezar por lo básico: ¿qué crítica actual, qué críticos, dónde están los ejemplos? Claro que esas abusivas generalizaciones convienen a tus lectores, los cuales, quien más quien menos (¿se acentúa el “quien” en este caso? Me surge la duda. Yo creo que no), tiene una deuda que saldar con algún crítico y le viene de perlas.
Pero vayamos paso por paso [...]»
José Luis Piquero

Sigan mi consejo y acudan a la entrada original (sólo tienen que pinchar alguno de los dos enlaces) y ya me contarán, si les apetece... Por lo demás, espero que los que acaban de regresar de sus vacaciones lo hayan pasado muy bien (aunque yo lo he pasado mucho mejor con los que se quedaron); y que los que acaban de irse lo disfruten (aunque yo lo disfrutaré mucho más con los que han vuelto y con los que tampoco en agosto se irán).


29 de junio de 2010

Del blog de Martín López-Vega




[4.10.2010] En la entrada de su blog que aparece en la fotografía, posteriormente eliminada, ofrecía Martín López-Vega la versión completa de sus repuestas a sendos cuestionarios que «al salir en prensa quedaron reducidos de un modo que no siempre respetaba el sentido original.» A modo de invitación a leer la entrada completa, transcribí entonces (29.6.2010) aquí un par de fragmentos de la misma:

«Alguna vez se ha dicho que hemos sido la primera generación que ha leído mucha poesía extranjera, pero no creo que eso sea cierto. En España, eso sí es verdad, se publica muchísima poesía traducida, sólo en Estados Unidos se publica más poesía traducida que aquí. Lo que ha ocurrido, pienso, es que hemos entendido –algunos- que no existe una tradición española, otra italiana, otra de Trás-os-Montes... Para mí son poetas muy importantes en mi formación Ángel González o José Ángel Valente, pero también José Emilio Pacheco o Rafael Cadenas (y en este interés por las otras literaturas en español probablemente sí hayamos sido más activos que nuestros mayores), y sobre todo, los que para mí son los autores fundamentales del segundo tramo del siglo pasado: Czesław Miłosz, Joseph Brodsky, Yehuda Amijai, y algunos pocos más como James Merrill, Mahmud Darwix o Henrik Nordbrandt. Los herederos, de algún modo, de Auden y de Stevens
[...]
«Un problema grave de nuestra generación es la falta de discusión estética. Hay poetas muy distintos, pero hay mucha desgana por pensar. Muy pocos hemos escrito crítica. Y eso hace que quede en manos de poetas muy mayores que nosotros, como Luis Antonio de Villena, que acaba de publicar una antología muy despistada, con unos cuantos buenos poetas pero llena de poetas muy principiantes y de otros muchos muy malos. Lo gracioso es que él mismo se dedica a meterse con ellos en el prólogo, y no sólo con los malos. Hace unos años, en un encuentro que organizaron en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander Luis Muñoz y Ana Merino, estábamos muchos poetas de esta edad, y estaban también José Luis García Martín y Villena, que seguían siendo, paradójicamente, los críticos que más se habían ocupado de nosotros. Ocurrió algo catártico, quedó claro que no nos entendían, porque se perdían entre nuestros referentes, y la conclusión fue clara: si nos volvían a llamar para una antología nos negaríamos. García Martín se ha retirado discretamente y sólo rara vez escribe alguna reseña de un poeta joven si el libro le ha gustado mucho, pero no como algo habitual. Villena ha seguido, ha hecho esta antología en la que están muchos de los poetas que allí dijeron todo aquello, y algunos de ellos no sólo han aceptado estar en esa antología sino que de alguna manera han colaborado a elaborarla. Eso supone claudicar de todo espíritu crítico, abandonar aquellas ideas de Santander que resultaron muy estimulantes y, en definitiva, dar por bueno que es mejor “estar” que “influir”, o sea, que es mejor influir sólo en estar uno mejor situado. Claro que para mí es fácil decirlo, nunca le he interesado nada a Villena, y como además escribí por ahí que es la Paris Hilton de la poesía española (por lo atento a las modas) pues creo que tampoco me tiene mucha simpatía. Uno de los poetas que están en su antología me dijo: “Te pasaste, sí, pero de generoso. Lo que es es la Norma Duval”. Uno, por cierto, que me confesó que nunca había leído la poesía de Villena, por más que le recomendé algunos libros suyos de hace un par de décadas que yo estimo mucho. Pero lo que le digo, uno puede pensar eso, pero lo que importa es estar.»
Martín López Vega

27 de junio de 2010

La falacia de Duran i Lleida





Está bien que los políticos defiendan la libertad de opciones, pero cuidado con reírles la gracia cuando escriben faltando a los más evidentes principios de la Lógica. En este sentido, el razonamiento de Duran i Lleida en la entrada del 18 de junio en su blog (La Generalitat i l’homosexualitat) es —además de perverso— una completa falacia (un argumento que puede ser convincente o persuasivo, pero no es lógicamente válido). El hecho de que «una persona -després d’anys d’estar casada i amb fills- arriba a la conclusió que en realitat és homosexual i vol assolir aquesta tendència i considera que necessita ajuda», no se puede equiparar con lo que él denomina escuetamente «el cas invers» (es decir, el que alguien a quien le gustan las personas de su mismo sexo pida ayuda médica para que dejen de gustarle y poder sentirse atraído por las personas del sexo contrario).

Tal equiparación se apoya en una contradicción evidente: en el primer caso, la persona acepta al cabo del tiempo ("-després d’anys d’estar casada i amb fills-") su sexualidad real —que mantenía oculta— y pide ayuda para afrontar psicológicamente los problemas sociales, emocionales y familiares que esa “sortida de l’armari” conlleva de hecho. En el segundo caso, el que Duran llama "el caso inverso", no es tal en absoluto, porque la persona pide ayuda médica para vivir una sexualidad que no siente como propia (pero considera que es la única socialmente aceptable) para sustituir o al menos soslayar la que considera errónea o pecaminosa (y que, de paso, está afirmando): sería propiamente inverso si se tratase de una persona heterosexual que, desde que se dio cuenta de que era heterosexual (allá por la pubertad), se hubiera visto obligado por imperativos personales, sociales, laborales o religiosos a comportarse y vivir como homosexual durante muchos años, al cabo de los cuales decidiera asumir su auténtica identidad heterosexual reprimida y oculta hasta entonces... ¿Conocen a alguna persona que pueda incluirse en este segundo grupo? Yo no.


Su conclusión de que «La lògica final d’aquest plantejament és que l’espècie humana té un estadi normal que és l’homosexualitat» es consecuentemente falaz, apresurada y errónea como la segunda premisa de su argumento anterior. Y el último párrafo, donde dice sorprenderse de que «la celeritat amb que la Generalitat vol investigar els professionals mèdics que tracten homosexuals» no se aplique a «vetllar perquè no es fessin les practiques d’avortametns que, en contra de la llei, es feien en centres clínics de Barcelona», es demagogia de la más baja estofa, impropia de un político de su clase.


23 de mayo de 2010

Nuevo número de «Antaria»




Ya está disponible el décimo primer número de Antaria. Revista de poesía, artes visuales, narrativa y pensamiento dirigida por Emma Pérez Coquillat y editada por la Fundación Cajamurcia (cuya aparición debía haber tenido lugar, de acuerdo con su carácter semestral, entre noviembre y diciembre de 2009) con sendos ensayos de Isabel Paraíso, Alfonso Martín Jiménez, Mercedes Replinger y Antonio Durá; poemas de —entre otros— Virgilio Cara, David Pujante, Alejandro Duque Amusco, Ramón Crespo, José Luis López Bretones, Luis Alberto de Cuenca, Javier Lostalé, Juan Carlos Abril, Tomás Albaladejo, Juan de Dios García o Miguel Galanes; y en el apartado de artes visuales (también entre otros muchos y en continuo diálogo con los textos literarios) Alberto Corazón —autor de la portada de este número—, Antonio Soto, Manolo Belzunce, Manuel Barnuevo, Antonio Gómez, Inma Salazar, Yolanda Tabanera, Roberto Carrasco Cañizares, Mª José Contador, David Hornback o Antonio Martínez Mengual, que el pasado 12 de mayo fue el encargado de la presentación del número, cuyo texto íntegro ha tenido la gentileza de permitirme reproducir aquí. Estas son sus palabras de aquella tarde:

Los elementos: la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego (más la Divinidad) fueron representados en el mundo clásico griego por los sólidos perfectos; así, tetraedro, hexaedro, octaedro, dodecaedro e icosaedro vinieron a ser las formas más puras de la naturaleza y del hombre, del cosmos. El estudio por Platón de estos cinco poliedros regulares les dio el nombre de sólidos platónicos, y así han sido denominados hasta nuestros días. Él y estas formas puras serán esta tarde la llave de paso para entrar en Antaria, la ciudad de las artes y las letras, que [en esta ocasión] lleva como subtítulo El ser poliédrico. Tan sólo hemos de traspasar su etérea forma rectangular para caminar con sus habitantes, que dedican parte de sus vidas a expresar con palabras y formas sus personalidades, sus sentimientos, sus facetas de seres poliédricos. El hombre es un ser que —a veces— es ocultado por su propia obra. Veintisiete poetas y veintisiete artistas plásticos conforman esta vez su contenido y —aunque quizá sería más justo nombrarlos ordenadamente a todos— no quiero detallar fríamente sus nombres sino pasear con ellos, sentir entre ellos por esta ciudad dispersa geográficamente en sus páginas, en la que también yo formo parte del hermoso y frágil mapa que la contiene.
¿Cuáles son las palabras, imágenes y colores con los que consiguen hacer realidad física sus pensamientos y transformar enteramente nuestra limitada realidad en otros pensamientos? Caminemos por estos espacios para ver, aunque sea someramente, a sus habitantes. Cuatro trabajos aparecen en el espacio que damos en llamar “pensamiento”: Isabel Paraíso lo titula El doble poliédrico, Alfonso Martín nos habla de La cara oculta de Cervantes, Mercedes Replinger hace que las figuras humanas se multipliquen hasta el infinito en su texto Espejos de un cuarto de baño, y Antonio Durá nos permite leer una parte de su importante trabajo sobre el Tarot y la Poesía, en un capítulo dedicado a El simbolismo del Arcano Mayor 'El Loco' en la poesía contemporánea. Un breve y sorprendente cuento de Martín Páez, ¡Llaman a la puerta! y una poética reflexión, entre las brumas de la melancolía, de José Luis Méndez titulada Aguamarga, comparten lugares de la narrativa.
Y junto a estos interesantes trabajos, aparecen los jóvenes creadores que ya cuentan entre sus reconocimientos con el [premio del certamen] Creajoven de poesía y narrativa: Irene Martínez Marín, Rubén Bautista, Susana Navarro y Mar Palomares. Aunque sea brevemente quiero escuchar sus voces, y leo y subrayo algunos versos… De Irene: Odio tu mano derecha porque siempre dice adiós; de Rubén en su fantástico informe-diario: Quizá la amaba, sí, pero amaba más su amor propio, el que ella había destrozado dejándole sólo. Susana, quizás con Xemaá-El-Fná en la memoria, escribe: Por la tarde hubo cielo rojo y tormenta de arena, / ahora es la noche / y es la plaza / y es el cielo. Y Mar se pregunta: y si, al fin, la nieve abandonara de una vez estos campos / y prendieran las colinas de verde esmeralda. Seis poetas andaluces nos acompañan en este paseo y resulta más que imposible volcar siquiera una pequeña reseña de ellos. Por dejar constancia de su compañía, leo estos versos de José Luis López Bretones: ¿Qué retrato de mí están dibujando las palabras? // En ese negro espacio / que va desde mí mismo a quien escribe / es donde me oculto.
Pero en esta ciudad no habitan solo las palabras, también las imágenes. Las líneas y los colores tienen su parte en esos poliedros perfectos. Las fotografías de Virginia Bernal, Luis Jaime Martínez del Río, Erika Ede y la espléndida instantánea de Gerardo Proal del campesino caminando junto a las columnas de los cactus nos acompañan; la mágica instalación de Yolanda Tabanera, las espirituales manos de Perla Fuertes, los patrones del traje transparente que nos hace Pedro Manzano Ruiz, la Alicia en el País de las Maravillas de Concha Martínez Barreto, que ya no nos mira desde el otro lado del espejo; el paisaje en la figura y la figura en el paisaje de Manuel Pérez, los elegantes dibujos-poemas de Antonio Gómez, los trabajos llenos de tensión de Cortés Abellán junto a esa imagen mural en blanco y negro de Sam3, que nos acompaña en alguna de nuestras calles como uno de los más originales creadores urbanos, cuyos personajes nacen de la misma tierra y describen movimientos que les hacen como volátiles y en diálogo entre ellos mismos. Todas estas imágenes son parte también de esta ciudad. Y los trabajos de tres pintores de los ochenta que continúan siendo referencia en la pintura, Manuel Barnuevo, Manolo Belzunce y Luis Manuel Pastor, con los que tanto hemos compartido.
Abandonando estas imágenes, reiniciemos el paseo que nos llevará hasta el final. Tenemos que renunciar a nombrar a más poetas que también nos acompañan, pero quiero en su nombre leer unos versos de la más joven, María Jesús Miranda: Buscar hasta tenerte, / exprimir recuerdos / que permitan componer / ese rostro que no olvido. / Y leerte. / Recorrer tus manos, / tus líneas, / tu tiempo… // Y pensarte. Alonso Chávarri nos trae en Termómetros de infancia una preciosa colección de poemas que nos hablan de ausencias y silencios; Luis Alberto de Cuenca, dos brillantes poemas recién florecidos en la noche y la espesura, y David Pujante nos convoca a La mañana de luz, una profunda reflexión sobre el mito edénico cuyas seis caras forman un cubo perfecto de imágenes y emociones sobre la capacidad de creación en el hombre y que por amistad me ha dedicado. Finalmente, el poeta aragonés José Manuel Soriano nos dice en un breve y hermoso poema: El sueño es azul. / Al cerrar los ojos una gota de mar se agita en tu pupila. Otra vez el sueño… ¡Los sueños! Ésta es la señal para ir abandonando Antaria, la hermosa ciudad de los artistas, de los sueños.
Permitidme que antes dé las gracias a Emma, a Pedro, a Pascual por su amistad y por regalarme este momento, a David y José Manuel por su recuerdo en la distancia, con un fuerte abrazo… Y a todos los habitantes que han hecho posible este paseo por la creatividad. Para salir busco de nuevo la compañía del maestro Platón, que al principio nos dio las mágicas formas para entrar, pero para despedirme reclamaré su palabra, en concreto las palabras que pone en boca de Sócrates en El Banquete, una pregunta y una respuesta que quiero dejar grabadas en el dintel de salida: ¿Las cosas buenas no te parece que son también bellas? A mí, al menos, me lo parece. Sean todos ustedes bienvenidos al décimo primer número de Antaria, la revista de las artes y las letras.
Antonio Martínez Mengual

19 de mayo de 2010

Catorce




La mirada extendida sobre el blanco,
preocupada por la futilidad, reconociéndose
en la futilidad y reteniendo despojos
 
de frutos y semillas, construyéndose sobre,
estructurándose desde los despojos,
el asfalto mudable trascendido
y elevado a metáfora confusa
del silencio sobre el que se disponen
y ordenan: hojas secas, vainas rotas,
vacías o aún cargadas de promesas
que pronto serán nada, tal vez como el amor,
cuyos senderos —parecen sugerir
los catorce parcos versos—, conducen
a un refugio final que es el recuerdo,
cuyos contornos significan
pero callan y en esa extraña forma
del silencio contienen todavía
—como algunas de esas vainas caídas—
simientes que no habrán de germinar,
de antemano abocadas a una extraña
forma de traición a su naturaleza.

Semillas, sueños, pasos, acritud
indecible de un paisaje cifrado
en su miseria y en su desolación,
en la indefinición de sus contornos
y en la ausencia de marco, de paisaje,
de trama natural donde poder
situar sus elementos, imbricarlos
y ofrecerlos de forma diferente a la mirada.


[Escrito para la exposición homónima de Antonio Gómez Ribelles en la Galería Bisel (Cartagena, 22/IV-10/V de 2010) a la que pertenece el cuadro reproducido arriba, y en cuyo catálogo ha sido publicado.]

12 de mayo de 2010

Museo arqueológico


Como débiles muestras,
indudable caricia de los gestos,
se expone el arte nuestro irrepetible
de las horas distintas:
                                            el sol de las mañanas,
las pinturas y el tiempo entre los bronces,
el pasado mirándose sin luz y el diminuto
consuelo de los ojos,
la trampa del silencio acumulando
salobres emociones, la escalera
que baja hacia la sombra sembrada de momentos,
de bocetos impropios, sin valor y sin firma,
la ceniza vestida de palabras
y el brillo indiferente
de su pálido gris tan ordenado.

2 de abril de 2010

"Cualquiera que escandalizare..."





Orígenes de Alejandría, considerado uno de los pensadores más importantes de la teología cristiana, el más importante quizás junto a Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, "padre de la iglesia" como ellos y mártir, no comparte con ellos, sin embargo, la consideración de santo, por haber llevado hasta sus últimas consecuencias las palabras atribuidas a Jesús en el evangelio de Mateo (c. 19, v. 12): “Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda”; o quizá estas otras del evangelio de Marcos (c. 9, vs. 43-47): “Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna”. Por unas u otras, el caso es que el entonces joven catequista (tendría a la sazón 17 ó 18 años) llevó al extremo de la literalidad la interpretación de los textos bíblicos, infligiéndose a sí mismo la castración y cerrándose las puertas de la santidad.
En los últimos meses, cada día que pasa la jerarquía de la iglesia católica se encuentra en peor situación a lo largo y ancho del mundo por las sucesivas revelaciones y escándalos relacionados con los abusos a menores y su ocultación. Ayer mismo se podía leer la noticia de la emisión en un canal brasileño de un video en el que el obispo Luiz Marques, de 82 años, aparece desnudo practicando sexo con un joven ex-monaguillo de 19 años. La escena —que según cuenta el propio muchacho venía repitiéndose desde hacía años— fue grabada en enero de 2009 por otro antiguo monaguillo, empujado también a mantener relaciones sexuales con Marques desde los 12 años. El religioso, sin confirmar o negar la veracidad del vídeo, sólo responde a los reporteros: "No puedo decirle nada. Eso es un asunto de confesonario. Sólo le contaré mis pecados a mi confesor. Usted no tiene derecho a entrar en mi esfera privada".
Hace sólo unos días, el 24 de marzo, el New York Times apuntaba directamente a Joseph Ratzinger (papa Benedicto XVI para los católicos) contando cómo, en 1996, el entonces cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe no respondió a dos cartas el arzobispo de Milwaukee sobre el caso de los abusos en una prestigiosa escuela para niños sordomudos, en las que se señalaba como autor de los mismos al sacerdote Lawrence C. Murphy, que trabajó entre 1950 y 1974, y cómo —pese a las repetidas advertencias— se optó por acallar el asunto para evitar el escándalo en lugar de expulsar al sacerdote. Ahora los abogados del Vaticano se encuentran con la clara amenaza de tres ciudadanos de Kentucky que quieren sentar al pontífice en el banquillo de los acusados por negligencia y encubrimiento de abusos sexuales por parte de curas pederastas.
El pasado domingo 21, un día después de hacerse pública su carta pastoral a los fieles de Irlanda, Joseph Ratzinger en el ángelus dominical en la plaza de San Pedro pedía a los católicos "aprender de Jesús y no juzgar y condenar al prójimo, aprender a ser intransigentes con el pecado, comenzando por los nuestros, e indulgentes con las personas", recordando el pasaje de la mujer adúltera que ocupa los primeros versículos del capítulo 8 en el evangelio de Juan (en los otros tres no aparece), en el que los escribas y fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y Jesús les replica: "el que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella". Añadía Ratzinger que "La misericordia de Dios es la expresión de su inmenso amor. No condena al pecador, a ningún hombre o ninguna mujer, sino que exige retomar constantemente el camino de la reconversión a Él usando como herramienta especialísima el Sacramento de la Reconciliación".
Y yo llevo todos estos días preguntándome por qué un teólogo tan fino (como reconocen hasta sus propios adversarios) como implacable con los que se apartan de la ortodoxia doctrinal católica (como pueden atestiguar los teólogos apartados del ejercicio del ministerio y/o la enseñanza y sobre los que descargó —sobre ellos sí— todas las sanciones previstas en el derecho canónico desde su cargo de prefecto de la mencionada Congregación para la doctrina de la fe); por qué tan fino teólogo, decía, echa mano de semejante episodio, qué relación pretende establecer entre el perdón de Jesús a la adúltera del evangelio y la pederastia... Y sobre todo, me pregunto por qué no hace alusión a estas otras palabras atribuidas a Jesús, no en el de Juan, pero sí en los otros tres evangelios considerados “canónicos” por la iglesia a la que representa:
Mateo 18, 5-6: "Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar."
Marcos 9, 42: "Y cualquiera que escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la mar."
Lucas 17, 1-2: "Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños."
¿Teme quizás el [así llamado] "santo padre" que, de mencionar tales consejos del evangelio, alguno de sus sacerdotes, obispos o religiosos culpables de pederastia podría interpretarlos —como Orígenes— al pie de la letra y arrojarse al mar...?

17 de marzo de 2010

Un poema de Antonio Llorente Abellán




El próximo 24 de marzo, Antonio Marín Albalate y quien suscribe apadrinaremos el bautizo del nuevo libro de poemas de Antonio Llorente Abellán, Herida, tercer título de la colección Pasión del verbo que publica la editorial Huerga & Fierro con el patrocinio del Patronato Carmen Conde - Antonio Oliver. Será en el Museo Ramón Gaya de Murcia a las 20:00h. A continuación pueden leer uno de los poemas del libro:


PRECEPTIVAS

Habrá que hacer loa de cualquier cosa.

De la mera contemplación hacer poesía.

Lo mismo ha de dar una nube que un amor,
o la emoción de contemplar un cántaro,
qué cosas...

Y es que hay que rastrear lo sublime,
hacerlo brotar entre las líneas de los versos.
Parece que ahora importa más el papel en blanco
que el sordo rumor de un corazón desmoronado
o el de un alma arrugada en el ocaso
porque siente con el día morirse el mundo.

Hoy hay que hacer poesía de memoria
y medir bien los versos, hacer trampas,
no decir la verdad aunque nos mate,
tanta sinceridad, tanto ripio disfrazado
de soneto matemático y puro.

Poetas de la elegía nos dicen
los poetas sordos y cerebrales
porque no saben escuchar el dulce temblor
de todo lo que vive camino de la muerte.

No saben de las ansias,
no saben del origen
silencioso y turbio
de cada canción que les suena hermosa.

No saben nada de la vida ni han entendido
apenas ningún libro.

Hay que ser como ellos, agasajar
las conciencias de este mundo dormido.

Y ni un llanto, por favor, ni una pena,
y no hablar del yo, que a nadie importa.

Mejor las nubes, las aves, los cántaros,
y todo muy discretamente, y muy bien medido
sin hacer ruido, por dios, que nadie se moleste.

Antonio Llorente Abellán

2 de marzo de 2010

Un poema de Eloy Sánchez Rosillo





Mi buen amigo J. me comenta por correo electrónico su extrañeza tras haber leído la entrada anterior: "En varias ocasiones te he escuchado, en tus recitales de poesía o en conversaciones privadas, aludir a las razones de tu gran aprecio por la persona y la obra de Eloy Sánchez Rosillo [...] Seguramente no recuerdas —me dice— que en su libro «La vida» hay un poema sobre Donizetti titulado «Una fotografía»..." Le respondo que desde luego recordaba el poema y —por si no lo hubiera recordado— lo tenía entre los resultados de las búsquedas que hice en Google antes de ponerme a pergeñar el artículo, que escribí por encargo —con 48 horas escasas para entregarlo y la limitación añadida de que la extensión no fuera mayor de dos folios— y en el que las citas de Carnero y Colinas son significativas de un cierto estado de opinión en la época —mediados de los setenta— en la que se escribieron (y en concreto la de Carnero una mera alusión en el seno de un poema "metapoético", como la mayoría de los de ese libro suyo). Pero también estoy contigo, querido J., en lo excelente de la oportunidad para traer el poema junto a la reproducción del daguerrotipo en el que se basa (tomado al parecer por el propio Daguerre en París en agosto de 1847) que el propio Eloy me ha facilitado, lo que desde aquí le agradezco:


UNA FOTOGRAFÍA

Entre aquel hombre al que le dio la vida
tantas noches de gloria en los teatros
más famosos de Europa y éste que, inoportuno,
nos muestra en su patética ruina
el viejo y cruel daguerrotipo, no hay
sino un poco de tiempo.

                                                    En unos cuantos años
—sigilosa, implacable—, la sífilis ha ido
con tesón completando en este cuerpo
su siniestra tarea. El resultado
del oscuro proceso de destrucción podemos
verlo en todo su horror en la tremenda imagen
a la que me refiero, una de aquellas placas
de los primeros tiempos de la fotografía
(hecha, según sabemos, en agosto del año
47 del pasado siglo).

Sí, ese triste guiñapo que sin piedad ninguna
recoge el objetivo es cuanto queda
del célebre Gaetano Donizetti.
                                                               Miradlo:
todavía es un hombre joven, aún no ha cumplido
cincuenta años, pero ya la muerte
muy de cerca lo ronda. Ahí está, derrumbado
en el sillón de un cuarto de la casa
que ahora habita en París, ajeno, ausente.
Junto a él aparece, circunspecto
y mirando a la cámara con pesadumbre, Andrea,
el sobrino del músico en quien ha recaído
el penoso trabajo de cuidar al enfermo.

Tiene el maestro contraído el rostro
por el dolor; los ojos y los puños,
cerrados y apretados con fuerza; la cabeza,
caída sobre el pecho silencioso
del que antaño dulcísima brotara
como luz milagrosa tanta música.
                                                                      Nadie
diría que este hombre es el mismo que hizo
las espléndidas óperas que recorren triunfantes
los teatros de Italia, Francia y Austria.

¿Qué ha sido de las noches clamorosas de estreno
en que la multitud lo celebraba
y emperadores, reyes, nobles damas, magnates,
lo trataban con suma deferencia?
Todos hablan ahora del pobre Donizetti,
del año y medio que ha pasado el músico
en aquel manicomio de Ivry; circulan muchas
habladurías sobre la terrible
enfermedad venérea que contrajo en alguna
de sus innumerables aventuras galantes;
bien ha pagado el desgraciado —dicen—
su vida disoluta, la afición desmedida
que a cualquier laya de mujeres tuvo.

Sólo unos meses faltan para que al fin la muerte
lo libre del tormento de vivir de este modo.
Mas seguirá después su prodigiosa música
rodando por el mundo. Nunca será olvidada,
y les dará a los hombres para siempre
consuelo y esperanza, emoción y alegría.